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Todo lo que debes saber antes de emprender

Todo lo que debes saber antes de emprender

Emprender no es fácil. ¡Vaya si lo sabrás! ¡Vaya si lo sabré! 

No existe una «Escuela para emprendedores», por mucho que algunos por allí te vendan humo con esa promesa. Cada persona es una experiencia distinta, única y especial. Son muchos los factores que entran en juego al momento de emprender y que pueden hacer que tu idea sea un éxito o un total fracaso, con todos los grises que hay en el medio.

Pero también es cierto que son muchas las barreras que nos imponemos antes de emprender: miedos, dudas, auto saboteos, indecisión. Mi mamá decía que «nadie aprende con cabeza ajena» y tenía mucha razón. No importa cuánto leas, cuántos cursos hagas, cuántos influencers sigas… Tu propia experiencia te dictará el camino y serán tus errores, y los de nadie más, los que te enseñen a no tropezar con las mismas piedras.

Aun así, me atrevo a darte aquí algunos consejos, basados en mi propia experiencia y en historias que voy conociendo en el camino. De seguro te verás reflejado en algunas situaciones; si te sirven mis consejos, tómalos en cuenta antes de decidirte a emprender.

1 – La razón para emprender

No tengo cifras a mano, pero puedo asegurar sin temor a equivocarme que la mayoría de las personas que piensan o quieren emprender, es porque están hartos de su actual trabajo o actividad.

«Quiero ser mi propio jefe», «quiero ser dueña de mi tiempo», «necesito más tiempo para mi familia», son frases comunes en esta instancia.

Aquí debo darte noticias no muy alentadoras. Emprender requiere de muchísima energía y tiempo, y no solo al principio. El impulso para crear algo de la nada es grande, sí; pero mucho más difícil es mantener lo que has armado.

Y no lo digo yo. Está estudiado. Solo el 10% de los emprendimientos sobreviven los dos primeros años. Así que no se trata solo de construir el barco: tienes que mantenerlo a flote. Y la responsabilidad es solo tuya.

Así que eso de emprender para tener más tiempo es un mito, una idea romántica, no es verdad. Por lo menos no en el corto y mediano plazo.

Hoy, escribo este post desde mi casa, viendo el paisaje de un lindo y benevolente verano porteño. Pero sigo clavada en el teclado entre 6 y 8 horas diarias escribiendo para mis clientes, y el «tiempo para mi familia» sigue siendo menos al deseado.

Lo que intento explicar es que la cantidad de tiempo no variará demasiado ya seas empleado o emprendedor. Así que mi consejo es:

*

No busques cantidad de tiempo: enfócate en la calidad del mismo. Y eso puedes hacerlo sin necesidad de emprender. En otras palabras: no emprendas para tener más tiempo. Es una falacia.

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Por otra parte, eso de «ser mi propio jefe» es también muy relativo. Yo soy feliz de haber podido dejar atrás a un jefe déspota, inflexible y poco empático. Pero tenía un solo jefe. Ahora tengo, como mínimo, cinco a la vez: mis clientes.

Y aunque tengo la bendición de poder elegir con quién quiero trabajar y seleccionar proyectos que me atraigan, tengo que lidiar con la ansiedad, la presión y el temperamento de tres, cuatro, cinco personas diferentes que, aunque los llame de otra forma, siguen siendo mis jefes.

Esto demanda el desarrollo de destrezas que van más allá de las estrictamente profesionales: paciencia, control, relaciones públicas, negociadora… a veces tengo que ser hasta psicóloga para calmar aguas turbulentas, y al mismo tiempo tener la firmeza suficiente para decir «no» en situaciones incómodas o nocivas.

*

No existe tal cosa como «ser tu propio jefe».

Siempre hay alguien a quien te debes: llámalo gerente o cliente.

Uno te puede despedir, el otro te deja de comprar o contratar. El resultado final será el mismo.

*

Entonces, si ya no son válidas las premisas anteriores… ¿para qué emprender?

Te digo lo que para mí es la única razón válida: emprende para hacer algo que REALMENTE TE HAGA FELIZ.

Porque podrás trabajar en una empresa excelente con jefe de oro, un equipo de plata y un sueldo… de diamante. Podrás contar con flexibilidad horaria, podrás hacer home office dos veces por semana, pero si no te gusta lo que haces, todo eso no te servirá de nada. Seguirás siendo un ente insatisfecho, infeliz.

Conozco gente así. Nicolás, el hijo de un amigo, con 27 años consiguió el trabajo soñado en una trasnacional: excelente sueldo, viajes a Estados Unidos para capacitación, transporte y comidas incluidas, un seguro de salud «de la hostia». Pero no le gustaba lo que hacía. Se aburría, no lo motivaba. A los tres meses se fue a la India de vacaciones indefinidas. En la empresa le dijeron que lo esperaban, no querían perderlo. Él dijo no.

Solange, una compañera de mi antiguo trabajo, se mataba de lunes a viernes en un trabajo mal remunerado que la ayudaba a pagar sus estudios de diseño de moda. La pobre se enfermaba una semana sí y la otra también por el estrés que significaba su día a día. Apenas terminó la carrera, renunció. Ahora su estrés es otro: conseguir clientes y mantener un flujo de ingresos  que le permita mantenerse. A veces lo logra, otras veces no, pero lo que realmente le importa es la inmensa felicidad que siente mientras está dibujando o cosiendo un vestido.

Yo soy feliz cada mañana cuando me siento frente a un documento en blanco y empiezo a escribir textos para mí o para mis clientes. Termino con la espalda hecha polvo y los ojos como un par de huevos fritos, pero FELIZ. No tengo nada de qué quejarme: decidí emprender en lo que sé y amo hacer, y ha sido la decisión más acertada de mi vida.

Conclusión:

*

Si piensas emprender para tener más tiempo, piénsalo de nuevo.

Si piensas emprender para tener más dinero, piénsalo de nuevo.

Si piensas emprender para «ser tu propio jefe», piénsalo de nuevo.

Si piensas emprender para ser feliz con lo que haces, ¡ADELANTE!

*

Antes de cambiar de trabajo, antes de emprender, antes de hacer cualquier cosa, pienso que lo primero que debes hacer es sincerarte contigo mismo, dejar las frases hechas y pensar con cruda honestidad qué es lo que quieres hacer con tu vida en los próximos 5, 10 o 15 años. ¿Dónde te ves?, ¿haciendo qué?, ¿ganando cuánto?… ¿ERES FELIZ? Entonces, avanza.

Pensarás que comencé este post siendo un poco pesimista. Yo diría que fui realista. Pero calma, que esto empieza a mejorar. 

2 – El miedo al fracaso

Habiendo hecho el ejercicio de introspección que te sugerí en la primera parte de mi artículo, si sigues leyendo es porque ya tienes clarísimo para qué quieres emprender y has decidido avanzar. ¡MUY BIEN!

Ahora hay que lidiar con los temores propios de todo emprendedor. Esas barreras autoimpuestas que nos frenan cada vez que queremos dar un paso hacia nuestro objetivo. Y la barrera más grande, la Gran Muralla China del emprendedor es el miedo al fracaso.

Para que veas que no todo es negro, aquí te traigo dos buenas noticias:

  1. No estás solo. No te pasa solamente a ti. Nos pasa a todos los que decidimos emprender y está bien que pase (hasta cierto punto).
  2. Hay formas de traspasar esa barrera.

Siempre repito la frase «el miedo es libre». Y agregaría que es humano. El miedo es un instinto que nos pone alerta, que nos garantiza la supervivencia.

El miedo a emprender es natural. Ante lo desconocido sentimos temor. Es sano. Lo que no es sano es quedarse allí y paralizarse. Si fueses un ciervo en medio de la sabana, serías el almuerzo del león que te acecha entre los arbustos. Y como no quieres ser comido por tus propios miedos,  tienes que aprender a transformarlos en acción. ¿Cómo? Te explico:

  • Evalúa bien tu idea antes de lanzarla.
  • Pon en la balanza pros y contras de todo: lo económico, lo familiar, lo personal.
  • Elabora tres escenarios: el ideal, el realista, el pesimista. La idea es que, aun en el peor de los tres, puedas seguir manteniéndote a flote.
  • Establece plazos factibles, piensa en las contingencias y anticipa planes de acción. A mí siempre me funciona hacer la pregunta «Qué es lo peor que puede pasar» y trazar un plan para superarlo.
  • Investiga y testea: lee, estudia, averigua si es factible tu idea, si alguien más la ha puesto en práctica. Mira con lupa a tu competencia, aprende de sus éxitos y de sus fracasos. Indaga el mercado: ¿hay gente para tu producto o servicio? Haz micro pruebas de lo que sería tu negocio, comparte tu idea con personas que puedan aportar y hacer críticas constructivas. La mirada de alguien «desde afuera» puede ser muy esclarecedora.

*

El miedo al fracaso existe, pero no permitas que te paralice.

Estudia tus opciones y muévete.

*

3 – ¿Estás listo para emprender?

Digamos que tienes absoluta seguridad de que quieres emprender en algo que te hace feliz; estudiaste, investigaste el mercado, preguntaste y tienes escenarios y planes de acción listos para la batalla. Pero sientes que te falta más…

A medida que avanzas, tienes esa sensación de que hay algo que todavía no sabes, que hay alguien más experto que tú en el tema, que no estás lo suficientemente preparado para lanzarte al ruedo.

Te tengo una noticia: LO ESTÁS. Y sabes que lo estás… Pero otra vez el miedo te hace una mala jugada.

Piensa que siempre habrá alguien que más experto que tú, pero también hay alguien menos experto que tú, para quien será útil lo que tienes para darle. Trabaja entonces para esa persona y usa toda tu creatividad para ofrecerle algo que nadie más pueda igualar. Es la clave de todo emprendimiento.

No sentirse nunca listo para emprender es el mal de los perfeccionistas. ¡Y en eso yo tengo un máster! Siempre quiero leer más, aprender un poco más, tener las respuestas a todas las preguntas. Soy de las que se abruma pensando en todo lo que no sé sobre un tema que empoderarme con lo que sí sé. Entonces me quedo en el aprendizaje y nunca termino el máster…

El desafío es poder decir «hasta aquí, con esto que sé ya puedo arrancar». Lo demás se va aprendiendo en el camino. Y en este punto, tengo varios consejos que darte, desde mi propia experiencia:

  • Diseña un proyecto mínimo viable y aplícalo cuanto antes. El mundo está cambiando con demasiada rapidez y, si demoras mucho en lanzar tu idea, es probable que entres en un bucle infinito de actualizaciones. Lánzate y haz los cambios sobre la marcha.
  • No pierdas demasiado tiempo en detalles que solo son importantes para ti, que no cambian la idea principal de tu negocio o que probablemente nadie (excepto tú) notaría. Recuerda que lo perfecto es enemigo de lo bueno. A mí me costó entenderlo (demoré 6 meses «retocando la web»).
  • Comienza con un proyecto piloto que te sirva para hacer ensayos y corregir errores. Las ideas en nuestra cabeza suelen ser o totalmente perfectas o totalmente imperfectas, pero en la vida real tienen matices.

En definitiva:

*

A la pregunta de cuándo es el momento para emprender, la respuesta es: ¡AHORA!

*

4 -La otra cara de la moneda: sentirse siempre listo

Estoy enfocando este artículo desde mi perspectiva y mi personalidad, y tal vez me estoy olvidando de que no todos los emprendedores son como yo o pasan por los mismos problemas.

Quiero decir, no todos los que decidimos emprender sentimos miedo, creemos que no sabemos tanto del negocio o tenemos dudas de cuándo lanzarnos a la piscina.

Conozco muchos que son exactamente lo contrario: todos los días se levantan con una súper idea que cambiará al mundo y comienzan a trabajar en ella con un entusiasmo envidiable; están seguros de que nada puede salir mal y a veces esa energía tan potente colabora a que, en realidad, las cosas les salgan bien.

No digo que esa actitud sea mejor o peor. Es diferente, y hay temperamentos que no permiten otra forma de hacer las cosas. Yo los miro con reservas. En mi experiencia este tipo de emprendedores pertenecen a dos estancos:

  • Los que tienen dinero para arriesgar, sin importar si lo pierden o lo multiplican.
  • Los que viven permanentemente en quiebra, dado los numerosos intentos de desarrollar sus grandes ideas.

Apuesto más al crecimiento calculado y sostenido, al no meter todos los huevos en una canasta, a emprender solo cuando las necesidades básicas de mi núcleo familiar no se vean comprometidas. Pero respeto a quienes lo hacen de otra manera; los grandes avances del mundo se han dado por gente que lo ha arriesgado (o perdido) todo y ha salido triunfante al final del camino.

*

Los sueños más inalcanzables, cada tanto, se hacen realidad.

*

5 – Las tres preguntas clave

Este es un ejercicio que me gusta hacer ante cualquier proyecto o evento nuevo y para esto de «emprender o no emprender» funciona a la perfección. Son tres preguntas clave para tomar consciencia del alcance, las limitaciones y, sobre todo, del propósito de lo que tienes entre manos. Aquí, de nuevo, será necesaria introspección y honestidad total al responderlas. Siempre es mejor que seas crudo y rudo contigo mismo a que el mercado te abra los ojos sin clemencia.

Así que antes de emprender, hazte estas tres preguntas:

1 – ¿Por qué sí? Por qué debes seguir esa idea, ese proyecto. Por qué ponerle fichas, gastar dinero y tiempo en desarrollarlo. Qué buscas con él, qué resultados piensas obtener, en cuánto tiempo… ¿vale la pena el esfuerzo? Escribe en una hoja cómo desarrollarías tu idea en tiempos y en formas, cómo la mantendrías a flote una vez que la construyas. Si esto te demandara mucho tiempo, energía y dinero ¿seguirías luchando por ella? Tu idea: ¿es sostenible en el tiempo? ¿A qué costo? ¿Realmente resuelve un problema en tu consumidor, marca una diferencia? Y así podría hacerte muchas preguntas más que sustenten el por qué sí debes avanzar en tu emprendimiento. OJO: aquí ni siquiera estamos cerca del momento de evaluar costos, competencia, mercado, etcétera. Esta es una evaluación muy preliminar para definir tu motivación y la factibilidad inicial de tu proyecto nonato.

2 – ¿Por qué no? Pensemos que, de la noche a la mañana decides no avanzar con tu idea y quedarte exactamente donde estás y como estás en este momento. ¿Cómo te sientes? Qué pasa si no desarrollas el proyecto, o lo postergas. ¿Pierdes el último tren o vendría otro? Qué pasa si fracasas, si no resulta lo que pensabas… ¿puedes recomponerte? ¿En cuánto tiempo? ¿Eres lo suficientemente flexible como para realizar cambios y rehacer tu idea y recomenzar? ¿Vale la pena? Cuánto ganarías y cuánto perderías si no emprendes. ¿Tienes un «plan B»? ¿Y «C»? ¿Estás preparado para las contingencias? ¿Eres de los que abandona cuando las cosas no salen como las previste, o los obstáculos te impulsan y te motivan más?

3 – ¿Para qué? Esta es la GRAN PREGUNTA de la vida. Para qué hacemos lo que hacemos… ¿Vives para trabajar o trabajas para vivir? ¿Crees que emprender cambiaría tu forma de pensar frente al trabajo? ¿Idealizas tu situación como emprendedor o estás consciente de pros y contras? ¿Qué sentimientos te invaden cuando te visualizas como emprendedor: felicidad, liberación, angustia o incertidumbre?

*

¿Para qué quieres emprender? ¿Lo que vas a hacer te hará feliz? Si no lo sabes, vuelve al comienzo y lee todo de nuevo.

*

6 – «Decidí emprender… ¿y ahora qué?»

Supongamos que después de leer, evaluar, consultar con la almohada y con tus amigos, decides que tu emprendimiento es la fórmula para ser feliz y comienzas a dar los primeros pasos. ¡Bien! Te felicito por el coraje y la claridad de tus objetivos. Tienes lo principal para el éxito: las ganas de alcanzarlo.

Pero… (Sí, siempre tengo un pero) hace falta más que eso, y lo sabes. Así que aquí van unos humildes consejos de emprendedor a emprendedor:

  • Diseña un proyecto mínimo viable. Es decir, no importa cuán grande sueñes, comienza a caminar dando un paso a la vez.
  • Pon los pies en la tierra. Como ya te comenté, en la cabeza las ideas son perfectas. Prepárate para la realidad y ajusta lo que sea necesario.
  • Lleva TODO al papel. Es un ejercicio mágico y muy efectivo para bajar las ideas, mirarlas desde otra óptica y separar lo factible, lo deseable y lo utópico.
  • Investiga tu nicho, tu competencia y, sobre todo, tu cliente ideal. Ponte en sus zapatos, piensa como él; así descubrirás exactamente lo que necesita (que no siempre es lo que tú le piensas dar).
  • Comenta y comparte tu proyecto. No tengas miedo de que te lo roben…no es fácil montar un negocio como para que de la noche a la mañana alguien ejecute lo que tu llevas meses o años pensando. Al contrario, la perspectiva de otros puede ayudarte a afinar tu idea.
  • Si necesitas dinero que no tienes para comenzar, espera tenerlo. No te endeudes antes de arrancar; tus proyecciones pueden fallar y tu sueño puede convertirse en la peor pesadilla.
  • Si debes abandonar todo para emprender, entonces todavía no es el momento. Busca la manera de que la transición sea gradual y que el cambio definitivo venga cuando tengas el nuevo negocio ya encaminado. Será duro al principio (yo pasé un año con mi trabajo formal y mi emprendimiento en simultáneo) pero es lo aconsejable.
  • Administra tus tiempos. Ahora serás el dueño, gerente, marketinero, community manager, relacionista público, vendedor, cajero y despachador. Pero el día sigue teniendo 24 horas. Aprende a diferenciar lo urgente de lo importante.
  • DELEGA. Pronto colapsarás si pretendes hacer todo solo. Suelta la autoexigencia y el control; aprende a delegar tareas y confía en que se harán bien.
  • Rodéate de los mejores, para que puedas delegar con confianza. Si lo tuyo es fabricar y no vender, busca al mejor vendedor que puedas pagar; si lo tuyo es vender pero te cuesta comunicar… contrátame a mí. 😊
  • Plantéate metas alcanzables y disfruta el camino.

*

No olvides nunca qué fue lo que te trajo hasta aquí, cuál fue tu razón para emprender. Si esto no te hace feliz, siempre estarás a tiempo de romperlo todo y comenzar de nuevo.

*

¿Cuál es tu sueño?

Para finalizar este largo artículo, solo me queda preguntarte cuál es tu sueño, qué es lo que verdaderamente quieres lograr emprendiendo. ¿Estás seguro de que lo que piensas hacer te dará lo que estás buscando?

Si estás por comenzar o apenas comenzando un nuevo negocio, es el momento ideal para que te hagas preguntas profundas y honestas. Escucha a tu corazón y toma en cuenta sus respuestas. Incrépate y avanza, SOLO si la conclusión te lleva a un final feliz.

AMA A TU PROYECTO más que a ti mismo, confirma que sea algo con lo que te sentirás bien en el largo plazo. Esa es la garantía para el éxito, un aval para que tu emprendimiento no forme parte de ese 80% de fracasos estrepitosos.

Eso fue lo que me dio resultados a mí. Antes de vivir de escribir di muchas vueltas: ejercí el periodismo, vendí ropa, tuve un programa de radio ¡y hasta un restaurante durante 6 años! Y siempre sentí que me faltaba algo.

Hoy, mirando hacia atrás, entiendo que en nada de lo que emprendí me hice la pregunta sincera de si eso me haría feliz, si era lo que realmente amaba hacer.

No sé si tu pasión tiene que ver con la mía; tal vez no. Pero si amas escribir tanto como yo y siempre has creído que no puedes vivir de eso, salta la barrera y vente de este lado. Sí se puede, y yo soy la prueba de ello.

Ahora, yo soy la persona que ayuda a otros a vivir de su sueño. 

Te enseñaré de una forma fácil, cercana y práctica. Lo más importante: adaptada a la realidad de nuestro continente. 

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Gracias por leerme y ¡suerte, colega emprendedor!

PD: ¡Ah! Si te quedaron fuerzas, coméntame tu experiencia y tu opinión sobre este artículo. 

Dicen que la gente no lee… ¿Tú qué piensas? Es posible que si me lees, te lean.

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